UN MATRIMONIO HECHO EN EL CIELO
Diciembre de 2024
Por Al Mansfield

El cardenal Leo Joseph Suenens fue uno de los clérigos más destacados e influyentes del siglo pasado. Fue uno de los “principales impulsores” del Concilio Vaticano II. El cardenal Suenens era un devoto intenso del Espíritu Santo y también de la Santísima Virgen María. De hecho, su lema como obispo era En espíritu santo – En el Espíritu Santo. Sin embargo, se apresuró a añadir que su lleno El lema era yon Espíritu Santo Ex María Virgen – En el Espíritu Santo, de la Virgen María. Esto nos recuerda las palabras del Credo, según las cuales Jesús fue “concebido por obra del Espíritu Santo, nació de María Virgen”.

De hecho, el Cardenal predicó incesantemente que la única manera en que Dios envió a Jesús al mundo fue a través de la unión del Espíritu Santo con María. Ella es llamada la “esposa del Espíritu Santo” y, como el Cardenal se complacía en señalar, “lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe” (Mt 19,6; Mc 10,9). ¡Un matrimonio verdaderamente “hecho en el cielo!”

ENTONCES, ¿QUÉ ES REALMENTE LA NAVIDAD?

La Navidad es la celebración de la encarnación de Dios, de la Palabra de Dios que se hizo hombre en el vientre de la Santísima Virgen María. ¿Por qué? La única respuesta es: por el amor y la misericordia infinitos de Dios. Creo que una de las mejores expresiones de esta verdad se encuentra en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Dios y el hombre

En las Alabanzas Divinas decimos: “Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre”. Éste es realmente el misterio de la Encarnación. Por más que lo intentemos, no podemos comprenderlo completamente. Nuestra tendencia es o bien enfatizar la divinidad de Jesús y descuidar su humanidad, o bien, al revés, enfatizar su humanidad por encima de su divinidad.

En opinión de algunos teólogos e historiadores, antes del Vaticano II, que tuvo lugar a mediados de los años sesenta, la atención se centraba más en Jesús como Dios. Desde el Vaticano II, se ha centrado más en Jesús como hombre. Sin embargo, debemos mantener en un delicado equilibrio tanto la naturaleza divina de Jesús como su naturaleza humana, sin descuidar ninguna de las dos.

María, Madre de Dios

Puesto que Jesús es verdaderamente Dios y María es su madre, podemos llamar a María la Madre de Dios. A pesar de una seria controversia, el Concilio de Éfeso definió como dogma de fe en el año 431 que María es Madre de Dios, literalmente Portadora de Dios, Madre de Dios.

El cardenal Suenens contó que una vez le preguntó a un teólogo alemán muy famoso por qué había habido tal declive en la devoción mariana después del Vaticano II. El teólogo respondió que, para muchas personas, Jesús se había convertido más en una “abstracción” en sus vidas que en una Persona real y viva. Luego agregó: “¡Las abstracciones no necesitan una madre!”.

HACIÉNDOLO PERSONAL

Para nuestra mente humana, todo esto puede parecer algo “abstracto” y “emocionante”, pero estamos hablando de una verdad fundamental de nuestra fe. ¿Cuál es, entonces, nuestro desafío en esta Navidad? Se trata de hacer muy real la Encarnación. personal en nuestras vidas orando tanto al Espíritu Santo como también a la Santísima Virgen María. Podemos orar para que el Espíritu Santo ilumine y abra nuestras mentes al misterio. Y debemos pedir a Nuestra Señora que caliente nuestros corazones con su amor maternal para que podamos recibir nuevamente el don de Jesús.

Alguien que realmente quiso hacer personal la Encarnación fue San Francisco de Asís. En su época, en el siglo XIII, Francisco quiso enfatizar el hecho de que Dios se hizo hombre como uno de nosotros al dramatizar la escena de la Natividad en un pesebre real con animales vivos. Las vistas, los olores, el ruido, todo contribuía a “hacerlo real y personal”. A San Francisco se le atribuye la creación del primer belén en la Nochebuena de 1223.

¿Tendemos a relacionarnos con Jesús principalmente como Dios? Entonces necesitamos recordar conscientemente que él es un hombre “como nosotros en todo, excepto en el pecado” (cf. Hebreos 4:15). ¿Tendemos a relacionarnos con Jesús principalmente como hombre? En ese caso, necesitamos recordar conscientemente que él es “el Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial con el Padre; por medio de él fueron hechas todas las cosas” (Credo Niceno).

Aunque la serie de videos “Los Elegidos” es una ficción dramática basada en los Evangelios y no en el Evangelio en sí, verla nos puede dar una idea de cómo debió ser para los discípulos relacionarse con Jesús, su Señor y Maestro, quien es el verdadero Dios hecho carne. “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:14). Esta Navidad, renovemos nuestro amor y gratitud por el regalo más grande jamás dado –Dios hecho hombre en Jesús– y por el “matrimonio hecho en el cielo”.

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